
Creo que conozco a inmigrantes desde que era pequeña, pero nunca he tenido la curiosidad de saber el porqué están aquí, o cómo eran sus vidas allí. Últimamente, por motivos que no vienen a cuento, he estado más vinculada de lo normal con este sector de la población, al cual yo le brindo todo mi respeto.
Hace poco tiempo una persona de origen rumano estuvo hablando conmigo algunas curiosidades de su vida anterior, sus costumbres,… Me dio muy poca información, pero con lo que sabía algo dentro de mí sentía la curiosidad de saber más sobre aquella tierra del Este de Europa, esa tierra que forma parte de la Unión Europea, pero que no tiene nada que ver con la buena vida que tenemos nosotros aquí. Como me quedé intranquila por querer saber más me puse en contacto con una familia a la que yo misma conozco, me acerqué a su casa para preguntarles si podían contarme algo más de la vida en Rumania. Ellos aceptaron encantados, tanto es así que hasta me invitaron a cenar para probar su gastronomía. La verdad es que no sé el nombre de los alimentos, lo que si me dí cuenta por la comida que tomé es que ellos comen mucha verdura y tienen platos que nunca yo me hubiera imaginado. Un ejemplo de ello es que me pusieron un plato de sopa de lechuga con trocitos de costillitas de cerdo intenté comérmelo, pero mis esfuerzos eran nulos porque me sentí incapaz de hacer algo más que probarlo.
Después de haber estado con ellos dos tardes fabulosas porque me he reído con ellos lo que nadie se puede imaginar y porque te tratan como si fueras de su familia, estoy totalmente segura de que mis pensamientos o sentimientos no son racistas.
Sabrina y Marcelo (estos nombres son por los que se hacen llamar), son una pareja de Rumanía que lleva en España cuatro años y viven con su hijo mayor. Marcelo también tiene aquí en Bollullos a sus hermanas y sobrinas. Sabrina se dedica a coger fresas y frambuesas en el campo con su hijo, mientras que su marido se dedica al montaje de algunas construcciones temporales.
Ellos decidieron venir a España para ganar más dinero del que se cobra allí, ya que en Rumania el salario de una persona que va al campo de siete a tres y media de la tarde es de 300 €uros al mes, cuando el valor de los bienes materiales indispensables son incluso más caros que en nuestro país. Me pusieron un ejemplo muy claro de esto como es que aquí vale un kilo de azúcar 1€uro, mientras que allí lo mismo pasa a valer 1’50€uros o como el aceite que vale 1€uro aproximadamente, allí puede costar de 1’50€uros a 1’70€uros. Ellos tenían la meta de hallar una vida y un futuro mejor del que allí se podían proporcionar, además de poder aspirar a un trabajo mejor. Hoy en día ellos piensan que están consiguiendo poco a poco todas sus metas. Pero también han dejado cosas atrás como las dos hijas y la madre de Marcelo, sus casas, sus hermanos, y muchas más cosas. Marcelo y Sabrina están muy contentos de estar aquí porque ellos se imaginaban la vida en España de otra manera, pero se encontraron con la alegría de que es mucho mejor de lo que ellos podían pensar, y todo esto por el motivo de que en nuestro país siempre hay algún tipo de trabajo. Marcelo me confesó que vive mucho mejor que antes, que ahora tiene más facilidad para comprar y satisfacer sus necesidades, ya que él opina que en España hay un equilibrio entre el dinero y la vida. Además ellos se sienten tan españoles como los que hemos nacido aquí.
Dicen que los tratan muy bien, que la mayoría no somos racistas, pero que también hay algunos que se sienten más que ellos, pero vuelve a resaltar Sabrina que la mayoría no es así. Están muy felices de vivir aquí, y ésta vez Sabrina me miró y me dijo muy seriamente que sí y mucho. También me dijeron que las vidas son muy muy diferentes aquí y allí. Ellos dicen que si el tiempo volviera atrás, volverían a venir a España, pero que si volvieran a nacer elegirían nacer en su país.
Después de saber todo esto me quedé disgustada conmigo misma y con toda las personas que cómo yo se quejan de que las cosas valen mucho, de que esta vida sólo es trabajar, cuando ellos lo único que quieren es trabajar para proporcionarse un futuro en condiciones. Por ello tenemos que empezar a valorar mucho más lo que tenemos, y concienciarnos de que los pobres no sólo están en África o en los países subdesarrollados, sino que los podemos encontrar en la propia Unión Europea. Y lo que si puedo decirle a muchos es que ellos no vienen a robarnos el trabajo, ellos vienen a hacer el trabajo que nosotros no queremos, y que todo lo que ellos han conseguido ha sido gracias a su esfuerzo y su trabajo.